lunes, 8 de abril de 2013

XXII. Relampagueando a Santa Fue.

Hoy me llamó Natacha. Quiere que viaje así como rápido a Santa Fue. Ja.
Dice que los papeles del laburo necesitan mi firma, así que me voy a armar la mochila -que entre nos, hace menos de una semana que la desarmé- y allí partimos otra vez. Al infinito y más allá. Bueno, a Santa Fue, chicos.

Estoy barajando la posibilidad de concretar el sueño hippie que charlamos con Amanda, y comprarme un motorhome POSTA. Bueno, y para eso, sería elemental aprender a manejar, no? 

#DejáDeDelirarlaCarola

Le dejé mis llaves a Amanda -creo que voy a tener que ponerle un sobrenombre, porque es un viaje nombrarla-, para que le dé de comer a Lola, y partí, a ver qué pasaje encontraba. Ansiosa, ponéle, por ver qué paisaje encontraba al llegar.

Enseguida llamé a Ferchi, para ver si ya estaba mudada, y para que me dé asilo político, mientras estuviera en Santa Fue. Casi que era mi casa, así que apelé a su sentido común.

-Sí, gorda, casi que es tu casa, no?-
-Bueno, capaz que tenías un chonguito esta semana y bue, no me podías albergar...-
-Naaa, qué chongo, ni qué chongo? Veníte y de paso me ponés al tanto...bueno, algo leí en tu columna, pero me tenés que contar lo que no escribíssss...-
-Dale, llego mañana creo. Te llamo cuando llego a Terminal...-

(Hasta acá, es Haedo)


¿Adivinen qué? Llegué recién a Retiro y el pasaje que conseguí es para dentro de dos horas, porque acaba de irse uno. Ja! (Definitivamente, tengo que pedir los horarios para no quedarme garpando otra vez)

En fin, localicé el mismo bar que me había vendido agua la otra vez y me senté a esperar que esto pase rápido.

Aunque les digo, con ustedes y pensando en qué contarles, la espera se hace un poquito más llevadera.

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