Me levanté temprano -raro- y me puse a limpiar. No sé qué
me aqueja, no sé qué me pasa. Cuando yo te clavo una limpieza general de la
casa, es porque algo está pasando.
Ah, sí. Hoy almuerzo con mi familia y les voy a contar
sobre mi viaje relámpago a Haedo para conocer el departamento y ver qué onda el
barrio. Es más, depende de cómo reaccionen, le voy a pedir a mi dulce -y
perfeccionista- madre, que me acompañe. No de mamenga. Sino que, de manera lógica, mamá es tan obsesiva como yo,
y si no conoce el lugar, antes que me mude, no creo que se quede tranquila. Se
va a imaginar miles de historias de fantasmas, asesinos y revólveres, TODAS,
dentro de mi departamento. Tal vez también vaya mi hermana, todo depende de las
reacciones, claro.
Ah, sí. Ayer le conté a mi mejor amigo Tomás -o Toi para
mí- que me mudaba. Me tiró buena onda al principio.
-
(tomando un mate) Así que te vas nomás…
-
Sí. No sabés. Ayer averigüé por el departamento. Es un sueño, boludo, es un
sueño. Bah, es parte de. ¿Viste que te dije que tenía ganas de viajar?
-
Sí, bueno. Pero, ¿qué onda? Te vas y vivís allá, y ¿qué onda? ¿De qué vas a
vivir? No sos Fitzgerald, no sos Bandi. No vas a vivir del aire, ni de una
cuenta de ahorro abultada o… ¿con qué te vas a comprar los puchos, ponéle?
-
Bueno Toi, lo iré viendo. Supongo que cuando llegue, me daré dos días para
bancarme con los ahorros y después tiraré currículums en la zona y esas cosas.
No sé Toi, no me la bajes…
-
¿Ya hablaste con la simpática de tu jefa?
-
No, aún no. Tengo que esperar un cachito. La semana que viene seguro que le
mando el telegrama de renuncia, pero tengo que, primero, tener el pasaje en
mano y saber, concretamente que me voy. Bueno, contáme de vos.
El tema es que él tampoco estaba tan errado en hacerme
esas preguntas. No es que me la bajaba -sí me la bajaba-, pero era lógico,
porque nadie entendía por qué, de repente, me quería ir. Y si le empezás a
explicar que tuviste una corazonada, un sueño, una apuesta al futuro, te tratan
de loca, de soñadora empedernida. Y eso no va con mi perfil. Así que le comenté
a Toi lo que significaba nomás. Y ahí me entendió un poquito más.
La cuestión es que, entre pitos y flautas, se me pasó
volando el rato y terminamos acordando que iba a organizarme una despedida, si
efectivamente me iba. Es que, al parecer, no lo terminé convenciendo demasiado.
Ja.
Situación: almuerzo con mi familia. Llegué tempranito al
lugar acordado -era obvio que iba a elegir almorzar en un restaurante, porque,
si las cosas se ponían espinosas, no íbamos a hacer escándalos en público y
todo se iba a resolver enseguida-.
Después de elegir el menú, obviamente, papá preguntó qué
me aquejaba y por qué tenía esa cara de felicidad. Mamá acotó que tal vez se
trataba de algún novio -cuando no ella, tratando de que tenga pareja- y Candela
se mantuvo al margen. Ah, me olvidé de contarles que tengo una hermana mayor
que se llama Candela y tiene 3 hijos. Incompletamente feliz, casada formalmente,
y un pilar de mi vida bastante importante. Casi que todas las decisiones que he
tomado en ella, han pasado por una charla previa con Candela. Bueno, esta era
la excepción. Había decidido que la noticia les llegara a todos juntos y en el
mismo momento. Así que, Candela, ni lerda ni perezosa, hizo la pregunta
correcta.
-
¿Qué tenés para contarnos, Caro?
Entre carrasperas y transpiradas manos, con una sonrisa
de oreja a oreja, respondí “Me voy a
vivir a Haedo”.
Mamá:
Ay, no.
Papá:
¿Y de qué vas a vivir?
Candela:
Ay, ¡me muero! (Siempre tan exagerada) ¡Qué linda noticia! Pero… ¿te vas con
Nico? ¿Qué onda?
Mamá y papá abrieron los ojos excesivamente. Candela
metió la pata. Ni papá, ni mamá sabían que yo estaba con Nico. Entonces, eso
entretuvo un poco el enojo por irme y enfocó el punto de atención en otro lado.
Después de mirar varias veces asesinamente a Candela y de
explicar mi no-relación (que en realidad es un afecto del que siempre me agarro
para no estar sola, pero que no siento nada, absolutamente nada y que es amigo
con derechos, claramente), amplié un poco la idea de lo de Haedo.
- La
cosa es que no me veo feliz en Santa Fe. Y que para mí, tengo que probar suerte
en otros lados. No sé.
Bueno, no sé si los convencí tanto. Pero, por primera vez
en años, había tenido la potencia necesaria para defender lo que, yo creía, era
la importancia de ser Carola.
PD: Les había prometido las fotos. Bueno chicos, es sábado. Tampoco pretendamos tanto. NUNCA CONTESTARON.
PD: Les había prometido las fotos. Bueno chicos, es sábado. Tampoco pretendamos tanto. NUNCA CONTESTARON.
No hay comentarios:
Publicar un comentario