jueves, 25 de abril de 2013

XXVIII. Aventura en Haedo III (Conociendo a Mechime)

Hoy domingo me desperté en un colchón ajeno. En el piso de la casa de Amanda. Con el despertador ajeno, también.

Eran las nueve de la mañana de un domingo. Estaba a una puerta de mi casa y a muchos kilómetros de mi hermana. No me pregunten por qué, pero extrañé a mi hermana al levantarme.

-¿Querés unos mates, gordita?-
-Dale, dale... me lavo la cara y arranco...-
-Dale... Cuando arranques, arrancás hasta la panadería y compramos medialunas? Tengo ganas de medialunas...-

Después del desayuno, le ayudé a acomodar las cosas a Amanda -que como es una fanática de la limpieza, digamos que no hice mucho- y me crucé de puerta, para estar un rato con Lola y porque Amanda tenía un chonguito que venía a almorzar, así que tampoco quería estar de chaperona... Ja.

Me senté mate en mano a mirar por la ventana, a leer o a intentar... Me imaginé que estaba en una playa, con vista al mar...


Pero lo que en realidad estaba viendo era esto:


Bueno, todo no se puede chicos. La chancha, los veinte y la máquina de hacer chorizos quería.

Después del almuerzo, dormí la bendita siesta santafesina y me desperté cuando Amanda me vino a buscar para ir a tomar unos mates a lo de Mechi.


A la primera mirada, su casa no me dijo nada. Pero la segunda mirada la di cuando abrió la puerta. Y vi quién era. Largué una carcajada al aire, ella me miró sin entender absolutamente nada e, irónicamente, le dije a Amanda "Ahora entiendo todo".

-¿Qué entendés?- me preguntó Mechi.
-Lo del nombre falso... No puedo creer que seas vos...-
-Pensá que si yo uso mi nombre no puedo ni salir a la esquina... Si ya no lo puedo hacer, imagináte visitar a mis amigos, o mantener una relación...- contestó riendo, y haciendo un ademán con las manos para que entráramos.

La casa es preciosa. No parece la de una celebridad, se nota que mantiene esas lindas costumbres de barrio.

-¿Preparo unos mates? ¡Veo que las facturas llegaron sin pedido!- preguntó ante mi mirada atónita. Y haciendo referencia a las facturas que compramos en el camino.

Pasamos al patio. Como había un lindo sol, nos fuimos a sentar a una especie de jardincito que tenía al fondo, al lado de una huertita casera. 

-Ahora viene la parte en que me pedís un autógrafo para poder contarle a tu familia que me conocés, no?- dijo riendo.
-¡Para nada! Mirá si voy a desaprovechar la oportunidad... Para mí serás Mechi de ahora en más...-
-Mejor, mejor... Me parece que nos vamos a llevar bien, eh.- dijo, pasándome un mate.

Amanda le comentó que vivíamos en el mismo edificio y que ambas éramos unas aventureras de la vida. La sorpresa que me llevé cuando empezó a contar que planeaba, una vez que termine su laburo, salir de vacaciones con sus hermanos y adentrarse en los pueblos del norte. Ahí vino cuando mi humor ácido no se podía quedar quieto y le hice una broma sobre su blancura y que no iba a pasar desapercibida como ella quería... Gracias a Dios lo entendió.

Las tres juntas reímos mucho, charlamos de un montón de temas, e hicimos cosas de minita. Como sacarle el cuero a los hombres y demás. 

Realmente me sentí muy cómoda. Y entendí por qué tenía que haberme levantado extrañando a mi hermana. Mechi era muy parecida a mi hermana, hasta utilizaban los mismos términos... Charlar con ella era como sentirme en casa.

Mechi me explicó que por su laburo no podía tener muchas actividades sociales, porque no tenía tiempo ni para depilarse. Digamos que, diplomáticamente, se disculpó de antemano por la futuras invitaciones a casa probablemente rechazadas y demás. Pero prometió irnos a visitar en cuanto se terminara - o mermara- toda la locura mediática.

Nos fuimos agradecidas por la hospitalidad y prometiendo, Amanda una vez más, no revelar la verdadera identidad de la sospechosa. Ja. Así que para ustedes, también se llamará Mechi, sin más. Hasta que ella lo autorice, muchachos.


Para Amanda era habitual todo esto. Pero para mí, todo se resumía en "Qué loco".

martes, 23 de abril de 2013

XXVII. Aventura en Haedo II

Siguiendo con el GPS de Amanda, llegamos a Rivadavia después de unas cuantas cuadras caminadas. 

Nos encontramos como hippies en la pradera, libres y sin horarios. Tanta era la alegría que ni nos dimos cuenta y caímos en el lugar conocido: la Plaza San Martín. 


En el camino, además de intercambiar mates, aprendí mucho más de Amanda y eso me alegraba. Claramente, Amanda también aprendió de mí, supongo. Y lo más importante, descubrí que era tan aventurera como yo, y tan judía como yo. Pasamos todo el día tomando mate y sin gastar más que en cigarrillos y agua. Punto a favorísimo.

Me contó de sus días en Entre Ríos, de sus amigos, de su novio del cual se separó antes de venir... Yo le conté de mis días en Santa, de Ferchi, de Toi, de Nicolás y nuestra pelotudez, de Mariano, al que ella conoció en la inmobiliaria. De todo charlamos. Así, sentaditas en un banco. Cuatro termos de mate nos tomamos.

Nos levantamos dispuestas a caminar el centro de Haedo, para aprovechar las últimas horas de luz. Mientras más caminábamos, más haedenses nos sentíamos  y menos provincianas.


Al entrar en una galería, Amanda me codeó y me dijo por lo bajo "Ahí está Mechi. Aguantáme que hablo con ella y vengo"

Mientras yo miraba vidrieras -después me contó- ella arregló unos mates con Mechi para el domingo a la tarde. Entre nosotras, no entendí por qué tanto misterio. Hubieran visto la cara de Amanda cuando se la cruzó.

Cuando volvió me explicó que Mechi era un nombre falso. Que en realidad era alguien famoso, que era su amiga por accidente y que por eso no me la presentó de una. Mi cabeza se carcomía por saber, pero decidí no preguntar mucho y esperar ansiosa a encontrarme con ella el domingo.

El resto de la tarde transcurrió normal. En el super chino compramos un fernet y una coca; y me hice socia de un videoclub del centro. Si bien no andaba siempre por el centro, es lo más cercano al videoclub de la cuadra de casa en Santa Fe.

A la noche nos juntamos en el departamento y vimos 27 Bodas. Muy pochoclera por cierto.

lunes, 22 de abril de 2013

XXVI. Aventura en Haedo I

El sábado empezó con un "Tengo el día libre". Y terminó el domingo con un "Qué loco".

Vamos por parte. Mi mañana empezó con una leve tristeza. Porque sentí otra vez el desprendimiento, el dejar las cosas... Irme a Santa Fe y volverme, fue en alguna manera un nuevo parto. Un nuevo punto de partida.

Con el corazón medio roto me levanté, para serles completamente franca. (Por eso también mi ausencia por estos lares)

Parece que Amanda me leyó la mente a la distancia que nos separa -una puerta, tampoco es un oráculo- y se vino tempranito para casita, con un termo y mate, y su atado de cigarrillos en mano. Yo aún, restregándome los ojos, la miré extrañada y me dijo: "Tengo el día libre".

Y la propuesta vino acompañada por una orden -que me saque el pijama y que me vista- y que íbamos a salir a recorrer el barrio, sentarnos en la plaza, hacer ALGO. Básicamente.

Y así fue como me calcé el jean, las zapatillas y una remera no muy desabrigada y salimos en busca de no sé qué.


Si hay algo que valoro mucho de Amanda es que es muy emprendedora. Sobre todo, que tiene las ganas que yo no tengo. Ja.


Empezamos bordeando Perón...y caminamos por Caseros, hasta encontrar la Juan B. Justo, que se la habían recomendado a Amanda, por las casas viejas de Haedo y porque era una salida directa a la Avenida Rivadavia.

Cabe destacar que ninguna de las dos tenía ni la más puta idea de dónde estaba, así que, ella que es pura tecnología, prendió el GPS de su celular y por eso nos guiamos.

Un chalet bello que encontramos en el camino...
¿Vieron cuando presienten conocer un lugar? No sé si alguna vez les pasó, pero a mí me pasa con las calles de Haedo. Está bien que cuando supe que este iba a ser mi segundo hogar, me puse a ver fotos y todo eso; pero al caminar las callecitas, sentía que estaba caminando sobre mis propios pasos...

-Son calles antiguas...te da la sensación de estar protagonizando una novela de época...¿viste?-
-Sí, es verdad... No sé si a vos te apasiona tanto Haedo, o si estás tan enamorada como yo, pero me da la sensación de que nunca voy a querer irme de acá...-
-Posta eh. Vayamos buscando una casa que comprar eh...- me respondió Amanda, riendo.

viernes, 19 de abril de 2013

XXV. No soy de aquí, ni soy de allá.

Hoy, después de unos ratos puteando a los bondis y al tren, llegué a casa.
Y me pasó algo rarísimo. Iba cruzando desde Caseros, para llegar al departamento, y me chistó un señor.

Me di vuelta, pero tenía un cierto miedo. Claro, en realidad, no supuse que el mismo miedo que yo tenía, lo estaba sintiendo él, cuando me vio llegar con mi mochila superpoderosa.

-Señorita...le veo cara de perdida...-
-No, para nada señor... Vivo acá a la vuelta...-
-Pero no sos de Haedo...debés ser de esos estudiantes que llegan a alegrar la República de Haedo...- dijo entre risas.
-No, tiene razón. No soy de acá... Recién me estoy acostumbrando a esta hermosa República!- le respondí sonriendo.

En unos minutos, no sólo estábamos charlando del barrio, sino que se había sumado a la charla la mujer del señor, también residente antigua de Haedo, con un termo y un mate en mano.

-Alberto! Dejála tranquila, ¿que no ves que viene cargada?-
-No se haga problema señora... Bajo la mochila y me quedo. Me gusta conocer el barrio, la ciudad... y si es por anécdotas, aún más...- dije descargando la mochila en la vereda.

Así, re de entre casa, mientras Alberto me contaba algunas anécdotas del barrio, Ángela, su mujer, me daba unos mates. Toda esta situación en la vereda.

Me contó de cómo se inunda el túnel peatonal cuando llueve, lo linda que es la Plaza San Martín cuando atardece y me recomendó, especialmente, que vaya de noche -pero acompañada, por la seguridad, claramente- a la Estación de Trenes.

Después seguro le pido a Amanda que viajemos un poco por Haedo y conozcamos. Ahora estoy fusilada, recién llego, Lola me recibió a puro abrazo y con ganas de jugar...

Yo pregunto, cómo será tener un pibe... porque si me agota jugar con Lola... O la otra opción es que estoy vieja. 

Pero auto-convenzámonos que no, que sólo estoy cansada por el viaje...

jueves, 18 de abril de 2013

XXIV. Pelotudeando en Santa Fue.

Ya es hora de ir pegando la vuelta para Haedo. Sobre todo si quiero conseguir trabajo.
Dejé los papeles firmados, me llevo mi plata y me llevo miles de momentos compartidos.

Mi hermana me ofreció llevarme a Terminal. Pero antes, fuimos con Pedro y ella a comprar unos sandwiches por acá cerca, para dejarle "la comida" a los chicos.

En el camino, visualizamos dos chabones arriba de una especie de zorra (para el que no comprende, es una especie de vehículo que transporta al personal del ferrocarril por las vías) motorizada, pero no sabemos si a electricidad o qué.
Cuestión que la vimos pasar por la avenida, con los chabones arriba. Y tiraban besos, qué sé yo. Esas cosas que sólo se ven en #SantaFue

Léase que lo grabamos y que a continuación les dejo el video para que se rían con la risa de mi hermana y las acotaciones de mi cuñado.


No hay nada más lindo que escuchar reír a mi hermana. Me voy feliz a Haedo.

martes, 16 de abril de 2013

XXIII. Mates y abrazos.

Toi me fue a buscar a Terminal y me llevó un mate preparado, como para mostrarme que me había extrañado.

-Car, desde que te fuiste no tomo mate...-
-Ay, no seas exagerado! Vení, dame un abrazo que te re extrañé...-

Yo, que sabía perfectamente que decía la verdad, digamos que me quería hacer rogar un poquito. Y que todo lo que me había extrañado fuera demostrado en mates y abrazos.

#SosTanMinitaCarola

Hoy no les pienso contar nada más que esto.

Tomás me abrazó mucho y tomamos muchos mates. Por supuesto que tuve que hacer otras cosas -como cenar con mi familia, ver a mis amigas, visitar a Ferchi, tomar mate con mi hermana- pero sólo me voy a detener en tratar de describir lo que sentí cuando Toi me abrazó.

Porque encima, él no es de abrazar mucho. Así que hay que valorar el doble el esfuerzo.
Tomi es así. Y me da tanto calor cada abrazo que me da, que me hace amarlo cada vez más.

Y cuando por fin nos sentamos a tomar unos mates en la Placita Vusetich, de enfrente de casa, sentí que estaba en el momento adecuado y con la persona que tenía que estar. Reímos mucho, le sacamos el cuero a medio mundo e hicimos todo lo que hacemos cuando estamos juntos...

Y como cuenta una vieja reflexión...


Es el compañerismo hecho momento.
Es la sensibilidad al agua hirviendo.
Es el cariño para preguntar, estúpidamente, '¿está caliente, no?'.
Es la modestia de quien ceba el mejor mate.
Es la generosidad de dar hasta el final.
Es la hospitalidad de la invitación.
Es la justicia de uno por uno.
Es la obligación de decir 'gracias', al menos una vez al día.
Es la actitud ética, franca y leal de encontrarse sin mayores pretensiones que compartir. 

lunes, 8 de abril de 2013

XXII. Relampagueando a Santa Fue.

Hoy me llamó Natacha. Quiere que viaje así como rápido a Santa Fue. Ja.
Dice que los papeles del laburo necesitan mi firma, así que me voy a armar la mochila -que entre nos, hace menos de una semana que la desarmé- y allí partimos otra vez. Al infinito y más allá. Bueno, a Santa Fue, chicos.

Estoy barajando la posibilidad de concretar el sueño hippie que charlamos con Amanda, y comprarme un motorhome POSTA. Bueno, y para eso, sería elemental aprender a manejar, no? 

#DejáDeDelirarlaCarola

Le dejé mis llaves a Amanda -creo que voy a tener que ponerle un sobrenombre, porque es un viaje nombrarla-, para que le dé de comer a Lola, y partí, a ver qué pasaje encontraba. Ansiosa, ponéle, por ver qué paisaje encontraba al llegar.

Enseguida llamé a Ferchi, para ver si ya estaba mudada, y para que me dé asilo político, mientras estuviera en Santa Fue. Casi que era mi casa, así que apelé a su sentido común.

-Sí, gorda, casi que es tu casa, no?-
-Bueno, capaz que tenías un chonguito esta semana y bue, no me podías albergar...-
-Naaa, qué chongo, ni qué chongo? Veníte y de paso me ponés al tanto...bueno, algo leí en tu columna, pero me tenés que contar lo que no escribíssss...-
-Dale, llego mañana creo. Te llamo cuando llego a Terminal...-

(Hasta acá, es Haedo)


¿Adivinen qué? Llegué recién a Retiro y el pasaje que conseguí es para dentro de dos horas, porque acaba de irse uno. Ja! (Definitivamente, tengo que pedir los horarios para no quedarme garpando otra vez)

En fin, localicé el mismo bar que me había vendido agua la otra vez y me senté a esperar que esto pase rápido.

Aunque les digo, con ustedes y pensando en qué contarles, la espera se hace un poquito más llevadera.

sábado, 6 de abril de 2013

XXI. El peso de las palabras.


Hoy me levanté algo así como cursi y enloquecida. Primero, me desperté como a las 7.30am., así como una señora mayor (esas que te duermen cuatro horitas y tienen los ojos como el dos de oro). Mientras puse la pava para mis mates mañaneros, me pegué una ducha y empecé mi mañana.

Se la re banca mi modem inalámbrico eh (que si me sponsoreara alguna empresa, les haría propaganda, claramente). Así que me puse a leer algunos diarios, para enterarme cómo seguía mi realidad circundante. Bueno, el país sigue como ayer, chicos. Y me enteré, ponéle como dato de repente, que Haedo cumple años como ciudad los 14 de noviembre.

Ah. Y todos -o la gran mayoría- siguen solidarizados con La Plata, el dólar sigue por las nubes y Marley va a conducir los Martín Fierro de este año. Me sentí Martín Pells por un momento…

-Toc, toc…puedo pasar?- dijo Amanda, al tiempo que abría la puerta.
-Sí, medio que ya estás adentro… (le dije mirándola cómplice) Buen día muchachita!-
-Quise pasar a saludarte antes de irme a trabajar… ¿Cómo estás hoy? -
-Mejor que ayer, recién despertando… ¿Querés un mate? (mientras le pasaba uno) Sí, hoy no tengo ningún plan importante, así que voy a desarmar la mochila y guardar las cosas… No conocés ningún ciber por acá para ir a imprimir curriculums?-
-Yo tampoco. Cuando venga del laburo vengo y me siento a mirarte acomodar…dale? Y no, la verdad que no vi ningún ciber...-
-Dale. Si a lo sumo no me encontrás, porque me piré y me fui a caminar, me llamás al celu y vengo…-
- Dale (devolviéndome el mate) Besito amiga. Chau, chau.-

Cuando Amanda se fue, me quedé con la última frase dando vueltitas en la cabeza.

¿Se podía llamar amiga a una persona que apenas conocías? O sea, sabía hasta lo que le gustaba hacer, su vida anterior, sus gustos actuales. Pero… ¿hace falta un tiempo prudencial para decir la palabra “amiga” en el medio de una relación?

Conociendo a Amanda, la palabra “amiga”, para que ella la dijera, tenía que pesar de alguna manera. Porque ella no suele decir algo que no siente. Y, encima, yo era igual para esas cosas. Soy de darle el peso necesario a las palabras. Jamás te voy a decir “te amo”, si alguna vez no estuve segura de que te amaba.


En fin, como soy una mujer de palabra, me piré y me fui a caminar. Al super chino. Para comprar algo para esperar a Amanda con mates y para cenar. Y ver la novela. Entre nos, no puedo entender cómo no la descubrí en Santa Fe. Los libros son geniales.

viernes, 5 de abril de 2013

XX. #NoSoyNormal

Hoy vino el chabón a conectar el gas y al ratito, se me juntó el ganado de servicios, y aparecieron los de EDENOR, a conectar la luz. (Atentis al “chabón” del primer renglón eh, me estoy aporteñando)

Mientras limpiaba y acomodaba lo que me faltaba guardar de las cajas, decidí llamarla a Candela, porque ya la extraño. Aunque no vi muy propicio el momento de la charla, ya que por mi lado estaban los muchachos de los servicios, y por su lado, estaba trabajando, así que decidimos acordar otro momento de llamada.

Luego de poder poner mi primer lamparita en Haedo (tienen todo el derecho de decirme boluda, TODO LO QUE QUIERAN, pero para mí, fue la gloria), terminé de poner a punto el monoambiente y busqué la correa de Lola, para sacarla a pasear y aprovechar a respirar un poco del aire fresquito que había dejado la tormenta.

Antes que nada, como ahora tengo luz, dediqué un rinconcito de la casa a modo de escritorio, y localicé mi computadora, que es una prolongación de mi persona. Por lo que, si ella está cómoda, yo estoy feliz. ¿No les conté que se llama Martina? #NoSoyNormal
Bueno, este rinconcito será desde el que les escriba. En cuanto localice mi cámara, prometo foto, así se sienten más cerquita.

En fin. Me puse a buscar un recorrido así como más directo para ir al centro, caminando con Lola, tranquilitas. De paso localizo un ciber o algo para imprimir un par de curriculums para tirar por ahí.
Encontré un sitio re copado que se los recomiendo: Cómo viajo. De ahí saqué este gráfico para orientarme, le saqué una foto con el celu y me lo llevé conmigo.


Salimos con mi hijita meta caminata. No localicé un ciber, pero la pasamos genial. Y conocimos un poquitito más de Haedo.

Miren qué feliz se ve tratando de encontrar cosas nuevas
 Al volver, me crucé a lo de Amanda, tomamos unos mates, compartimos lo que había sido de nuestros días, vimos la novela y aquí me tienen, contándoles a ustedes ahora.
Mañana prometo más empeño. Hoy estoy fusilada.

#LaGordaCaminóChicos

jueves, 4 de abril de 2013

XIX. El diluvio propio.


Después de cenar otra vez en lo de Amanda, porque entre el feriado y el diluvio, no me iban a conectar la luz así como así; y ver la novela -que entre nos, es fácil de comprender, a pesar de que la agarré MUY empezada-, volví a casa y además de darle de comer a Lola, calenté agua, tomé unos mates mirando la ventana, mientras esperaba que el celular se cargara en el palier.

En ese preciso momento me vi inmersa en la soledad de la noche, el silencio de mis aires aventureros. Acompañada por Lolita calentándome la espalda, recostada en la cama. Recién en ese minuto pude llorar…

Vieron que las mujeres estamos programadas para llorar al menos una vez al día, así sea para demostrar autoridad emocional, para decir que extrañamos a alguien o para, simplemente, llorar. Como es mi caso en este momento.

Por algún lado tenía que salir tanta emoción contenida, tanta aventura “en sangre”. Así que decidí darme mi ratito y llorar, mientras les escribo a ustedes.


Esta mañana me desperté por el sonidito de una canción de Abel Pintos que decía “…te extraño y me siento solo sino estás conmigo, aunque vas prendida en todos mis sentidos,
todos los rincones de mis pensamientos…”
  y me levanté extrañamente bajoneada. Supongo que es también el adaptarse, acostumbrarse, encontrarse…“el día después de la tormenta”, diría mi abuela.

Durante el día, me compré un diario, me informé un poco del desastre que había dejado la tormenta (insisto con que no podemos culpar al clima, si los humanos tapamos las alcantarillas con nuestra basura) y me sentí especialmente comparable con la tormenta.

Al fin y al cabo, la inclemencia del tiempo llegó de improviso, así como yo llegué a Haedo. Trajo mucho viento, temporal y muchas muertes. Yo, después de sortear muchos obstáculos y alguna que otra gente en el camino, había logrado mudarme. La tormenta, hoy, dejó mucha tristeza y muchas muestras de solidaridad. Y en fin, ¿no era eso lo que yo estaba sintiendo? Y la solidaridad, ¿hace falta que les cuente quienes son mis solidarios compañeros de aventuras? Ya los conocen…


Carola hoy era una tormenta, y no precisamente de facha. En pijamas, sentada en la cama, lo de ayer dejó en mí, mi propia tormenta. 

miércoles, 3 de abril de 2013

XVIII. El diluvio, las cajas y el Arca de Mechi.

Para variar con mi suerte, la ciudad amaneció lloviendo -a carcajadas- y con el cartero tumbándome la puerta para que le reciba algo. En realidad el cartero había dejado las cajas en el palier, que con la lluvia pobre había venido igual, y era Amanda la que estaba volteándome la puerta para que le abriera. Chicos, soy un tronco durmiendo, pero esta vez tengo algo a mi favor: no hay luz, no hay timbre.

Vieron que cuando te despertás así sobresaltada, no entendés mucho qué es lo que está pasando. Capaz que están invadiendo China o se está inundando tu casa, pero vos no entendés nada.

-Caro, Caro! Estás bien?- gritaba Amanda, golpeando la puerta.

Yo acudí a abrirle, mientras me restregaba los ojos tratando de despejarlos.

-No estoy muerta, sólo un poco dormida. Pasá.- dije, mientras Amanda entraba, empujando unas cajas con las piernas.

Yo iba a cerrar la puerta cuando entró Amanda, pero ella me frenó diciendo “pará, tengo unos mates preparados, los traigo y te ayudo a ordenar, total, es feriado”.

Mientras esperaba que Amanda volviera, me llega un whatsapp de Tomás.

De Toi:
¿Y Carola? ¿Cómo es la lluvia en Haedo?
De Carola:
La verdad, por mi ventana la lluvia se ve linda. Aunque me parece que causó destrozos, no? ¡Las ventajas de no tener cable!
De Toi:
Seguí robando luz del palier (te leí ayer hija de puta!) y cargá ese celular. Si me entero que pasa algo en Haedo, te mando.
De Carola:
Gracias amorch!

Conociendo a Toi, era capaz de estar mirando todo el tiempo TN, con tal de saber si yo estaba inundada.

Nos sentamos a tomar unos mates con Amanda, mientras yo abría las cajas. Primero encontré una cartita de Cande, madre y padre, pidiendo que todo esto me sirva de algo y me ayude en mi aventura.

¿Lo que había en las cajas? Comida (un mini pedido), dos platos, dos vasos y dos individuales. Y adentro de una bolsa, un cartón de puchos con una notita: “No me gusta que fumes, pero sé que te sacará muchas ansiedades. Te amo, Cande.”

Empecé a acomodar las cosas en la alacena y mientras, a seguir disfrutando de la compañía de Amanda, que parecía que había llegado para quedarse.

-¿Por qué te mudaste?- preguntó Amanda.
-En realidad, si tengo que contestar un por qué, no sé contestar… ¿Escuchaste hablar alguna vez de la metáfora de las zanahorias? (Amanda negó con la cabeza) Bueno, estamos siempre corriendo detrás de zanahorias, que vendrían a ser las metas personales. Bueno, yo ya no tenía zanahorias que correr en Santa Fe…-
-Ah, bien. Bueno,  en eso nos parecemos bastante… Yo tenía muchas zanahorias para correr, pero…digamos que no me interesaban. Así que también me vine.-
-¿Y por qué elegiste Haedo?-
-Acá tengo una conocida…Mechi. En realidad, es conocida de un amigo de un amigo, viste cómo son estas cosas… (risas) Y bueno, un día hablando con ella me dijo “estoy enamorada de mi lugar” y así fue como vine un día, miré qué onda y al mes estaba viviendo acá…-

En este día de diluvio, necesitábamos un Arca salvador. Digamos que siempre hay un "Arca". Siempre había una “Mechi” que nos enamorara de un lugar, o de una situación. Siempre amamos algo que le hace bien a alguien, o siempre hay un “instrumento” para decidir qué es lo que nos hace bien, o lo que no. El de Amanda había sido Mechi, mi instrumento había sido la libertad y las ganas de hacer algo por mí. No era una persona física, pero vale, ¿no?

#ElArcaDeMechi

martes, 2 de abril de 2013

XVII. Encontrando a Amanda


En un momento de la caminata, me detuve a mirar a Lola. Ella estaba tan desorientada como yo. Pobre Lolita, miraba para todos lados, no entendía mucho qué le pasaba, ni qué me pasaba. Sólo sabía que debía caminar por donde yo la guiara con la correa.



Si bien estaba absolutamente convencida que Haedo me traía aires nuevos, entre nos, estoy totalmente asustada. No tengo muy en claro qué es lo que vine a hacer. Bueno, sí. A crecer, a aprender, a disfrutar. Pero todo eso, ¿con qué se come? ¿Cómo se hace?

Después de caminar un par de cuadras, sentarme en una plaza y hacer de tripas corazón para no llorar en público, me levanté y volví al departamento.

Cuando estaba entrando, me crucé en el palier, con la nueva vecina. Bueno, nueva para mí.

-Hola.- saludó amablemente.
-Hola! Sos del 1º B, no? Soy Carola…-
-Amanda, mucho gusto.- dijo saludando con un beso.

Al mirarla un poco con detenimiento, observé que se estaba conteniendo por preguntarme muchas más cosas. ¿Vieron cuando una persona se mueve internamente? ¿O soy la única que percibe eso cuando habla con la gente? #NoSoyNormal

-Veo que recién te mudaste…- me dijo.
-Sí, ayer. Recién me acomodé un poquito… ¿no viste si anduvieron los de Edenor?-
-Ah, claro. No tenés luz… No, la verdad que no vi nada. Pero si necesitás algo, vos cocinás, yo te invito a casa.-
-Tenés tanta suerte que te cruzaste con una vecina cocinera…y recibida eh.-
-Ah! Genial. ¿Querés ser mi amiga?- dijo riéndose -Porque yo soy odio cocinar…-
-No me va a venir mal un poco de compañía por acá, eh.-
-Buenísimo. Fijáte si tenés luz, si no, te invito a comer a mi casa, vos cocinás, vemos la novela y te acostás a dormir, llenita y feliz.- dijo, al tiempo que ponía la llave en su puerta -Ah, porque mi ritual de todas las noches es mirar la novela…es mi ratito de tranquilidad...-

Ahí entendí perfectamente qué era lo que contenía Amanda. Una verborragia importante.

-Creo que nos vamos a llevar bien…- dijo abriendo la puerta. -Avisáme si venís…estamos taaaan lejos, que creo que la excusa de los colectivos, trenes y demás, no es necesaria.-


Recién vuelvo de cenar con ella. Está tan sola como yo por estos pagos.

Amanda. 22 años. Viene de Entre Ríos. Fuma Marlboro como yo. Empleada administrativa. Sabe hacer de todo, menos cocinar. Ama profundamente la libertad y ya tenemos planes para vacacionar, en un motorhome, por las praderas como hippies sucias.

Definitivamente, y atentos que hace horas que la conozco, será la mejor compañía que este nuevo camino me puede regalar.

#GraciasAmanda


lunes, 1 de abril de 2013

XVI. Mis primeros pasos.


Uno de los puntos a evaluar fue el resultado de la primer noche en Haedo, con un colado, pero bueno, al fin estaba en Haedo, no?

Cuando llegó la noche, además de prender unas velas -porque cabe destacar que recién el lunes podría hacer los trámites para el alta de la luz-, decidimos dormir de una vez por todas. Lola ya había elegido un rinconcito para ubicarse y parecía estar cómoda, así que la dejé ahí. Era bueno que vaya adoptando este lugar como suyo también.

Nicolás fue a la camioneta y trajo unas mantas que tenía ahí. No hacía frío, no veía la utilidad, pero bueno, ponéle que fue un buen gesto.

Subió y además de las mantas, traía unos sándwiches que había comprado en la esquina. Y un agua mineral.

“Cenamos” y yo me acomodé en la cama como para dormir. La incomodidad de esos silencios que necesitan ser llenados, aunque sea con humor. Ese momento fue cuando Nicolás se quedó parado al lado de la cama y lanzó la maravillosa frase: “¿Te molesta si dormimos juntos? El piso es duro.”

En ese momento recordé las palabras de Candela y me reí en voz bajita. Ella me dijo al oído cuando me venía: “Se te va a juntar el ganado, elegí bien con quién y dedicáme uno. Pero gancho, no quiero ser tía así, así que con protección por favor.” Ella siempre tan sutil y particular.

-Mirá, si prometés no tocarme un pelo, te dejo dormir a los pies…-
-Te prometo que no va a pasar nada que vos no quieras…-

Bueno, tantas veces me lo dijeron che. ¿Será a este a quién hay que creerle? Bueno, lo veremos al despertar.

Y así fue, no me tocó un pelo. Como buena histérica (mujer, sin tanto pero) me moví TODA LA NOCHE, para generarle algo. Creo que era inconsciente, pero así fue. Y él, se resistió toda la noche. Todo un caballero.

En fin. Robé luz otra vez del palier para calentar agua y tomar unos mates, a modo de desayuno y, por fin, despedir a Nicolás.

Cuando Nico se fue, prometiendo mantener el contacto, pegándome un abrazo como pocas veces me dio y diciendo que sea feliz; me llamó Mariano, para pasarme a buscar para ir a hacer los trámites de la luz.

Cuando por fin terminamos con esos asuntos, Mariano me trajo otra vez al departamento. Quiso quedarse, pero yo le pedí que se fuera. Necesitaba un rato de soledad para poder entender qué era lo que me pasaba, las emociones contenidas y demás.

Entonces fue cuando decidí buscar entre las cajas la correa de Lola, agarrar una bolsita -para la caquita de Lolis-, calentar el mate y salir a recorrer un poco. Para que Lola también disfrute del aire que me había enamorado.